Para inaugurar este blog, pensé en publicar algo que le dediqué a mi novio, y de ahí el título del post. "El sueño de una noche como esta".

Abrí los ojos de repente, notaba un peso al otro lado de la cama de dos en la que dormía, todo estaba en silencio y solo se escuchaba dos respiraciones descompasadas y dos latidos de corazones distintos pero unidos por un mismo sentimiento, me asusté al principio por que todavía estaba dormida, me giré de golpe y ahí estaba Andrés, abrazado a mi, suspiré aliviada y sin que se desvelara me colé entre sus brazos hasta quedar pegada a su pecho, cerré los ojos mientras notaba como me estrechaba hacia él, era una noche de lluvia y mientras escuchaba sus latidos y su respiración sobre mi cabeza escuchaba las gotitas de leve lluvia caer sobre la ventana que teníamos en el cabezal de la cama, abrí los ojos y miré por la rendija de la fina cortina que no separaba del exterior, esa cortina que tanto me empeñé en conseguir en el IKEA, color naranja a juego con la funda del nórdico que tenía puesto.
Bajé la vista de nuevo y cerré los ojos esperando dormirme cuando una leve brisa llegó por mi espalda, como me pasaba la mayoría de las noches, Andrés, bueno, Andi, se llevaba mi parte de manta para él y me dejaba a mi destapada. Me asomé por su hombro y con los pies poco a poco conseguí taparme de vuelta. Negué con la cabeza y volví la cabeza hacia la almohada, quedé mirándole unos minutos y volví a cerrar los ojos, esos rizos que le caían por detrás de las orejas y esa barba descuidada, hasta dormido me volvía loca.
Cada día me digo a mi misma lo afortunada que soy al tenerlo al lado, sino ¿Qué sentido tendría mi vida ahora? Seguía mirándole cuando noté que la mano que me abrazaba por la cadera bajaba lentamente por dentro de mi pantalón haciéndome cosquillas, aguanté las ganas de echarme a reír que me daban las cosquillas y me hice la dormida.
-Ana… Anita… ¿Estás dormida? –Seguía haciéndome la dormida pero al escuchar su dulce voz, sentir su respiración frente a mi cara y sus labios rozando mi cuello no pude evitar soltar una pequeña sonrisa.
–Va…Duerme – Ese acento Argentino suyo, susurrándome al oído, sentía que ya podía dormir tranquila de nuevo, él sabía perfectamente lo que a mi me hacía falta para dormir.
Asentí con la cabeza y cerré los ojos sumiéndome en un profundo sueño en sus brazos.
Bajé la vista de nuevo y cerré los ojos esperando dormirme cuando una leve brisa llegó por mi espalda, como me pasaba la mayoría de las noches, Andrés, bueno, Andi, se llevaba mi parte de manta para él y me dejaba a mi destapada. Me asomé por su hombro y con los pies poco a poco conseguí taparme de vuelta. Negué con la cabeza y volví la cabeza hacia la almohada, quedé mirándole unos minutos y volví a cerrar los ojos, esos rizos que le caían por detrás de las orejas y esa barba descuidada, hasta dormido me volvía loca.
Cada día me digo a mi misma lo afortunada que soy al tenerlo al lado, sino ¿Qué sentido tendría mi vida ahora? Seguía mirándole cuando noté que la mano que me abrazaba por la cadera bajaba lentamente por dentro de mi pantalón haciéndome cosquillas, aguanté las ganas de echarme a reír que me daban las cosquillas y me hice la dormida.
-Ana… Anita… ¿Estás dormida? –Seguía haciéndome la dormida pero al escuchar su dulce voz, sentir su respiración frente a mi cara y sus labios rozando mi cuello no pude evitar soltar una pequeña sonrisa.
–Va…Duerme – Ese acento Argentino suyo, susurrándome al oído, sentía que ya podía dormir tranquila de nuevo, él sabía perfectamente lo que a mi me hacía falta para dormir.
Asentí con la cabeza y cerré los ojos sumiéndome en un profundo sueño en sus brazos.





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