Este pequeño relato, me inspiré en el día en el que en el campo de mi tío, tras un soleado día de septiembre, después de darnos un refrescante baño, las nubes negras de tormenta acecharon el campo y sin dar tiempo a nada empezó a llover, me vino a la mente el otoño, y el octubre que nos esperaba, Octubre de lluvias y de hojas amarillas.
Tras, un largo verano de casi 3 meses, me encontraba sentada en el banco de siempre, bajo el haya de siempre, junto a mi libreta de dibujo, bajo mis pies, se hallaba un mejunje de colores amarillentos y marrones de hojas caídas del gran haya y fango de la lluvia del día anterior.
El parque de el paseo de la avenida 93 estaba totalmente vacío, en parte, normal, ya que el sol ya empezaba a ocultarse tras los edificios y el ambiente refrescaba, tras mirar varias veces el reloj y ver que no eran más que las ocho y cuarto me relajé, miré el cuaderno de dibujo que tenía a mi lado y volví la mirada al frente mientras me frotaba los brazos para entrar en calor.
Aquella chaqueta azul de capucha con algunos bordados en la parte de la cremallera que me había regalado mi madre después de irme a vivir con Andi se me hizo enorme después de adelgazar tanto, y claro, el frío entraba por las mangas de la chaqueta. Subí la cremallera a la cual se le había caído el enganche, hasta que me tapó por completo la boca. No podía pararme quieta, movía los pies o las manos o lo que se me diera en tal de entrar un poco en calor.
Cerré los ojos sintiendo como la humedad del suelo recorría mis piernas por debajo de los pantalones vaqueros bombachos arrugados, no era de planchar, en mi casa toda la ropa se llevaba a la moda, arrugada, tampoco parecía que a mi novio le importara mucho el tema de la ropa, y como llevarla, así que no importaba lo desaliñada que pudiera ser fuera de casa mientras en casa fuera con la mítica camiseta y la ropa interior.
Abrí los ojos pasados un par de minutos y todo seguía igual, del sol, solo quedaba ya el pequeño manto que dejaba a su paso de un color azul oscuro más claro que el negro de la noche tras los edificios, el mundo parecía paralizarse solo un momento antes de que las luces de todo el paseo se encendieran a la vez como si se pusieran de acuerdo.
No me di cuenta de la realidad hasta que algo vibró en mi bolsillo trasero del pantalón, después de sonar un tema bastante llamativo, Andro, de Eluveitie para escuchar bien el teléfono que nunca llegaba a escuchar con el tono de llamada de cualquier móvil normal. Después de mirar el nombre en la tapa de mi Nokia, descolgué el teléfono con una pequeña sonrisa.
-Dime cariño..-Dije en tono sereno y tranquilo apoyando el teléfono en mi oído derecho y dejando caer la espalda sobre el respaldo del banco.
-Ana.. ¿Dónde estás? ¿A caso has mirado la hora? Estaba preocupado cariño.. –De verdad sus palabras parecían nerviosas como si le faltara el aire, soltó un suspiro de alivio al entender que como todos los sábados de otoño me encontraba en el parque de la avenida 93, delante del edificio Embire, dibujando el paisaje y disfrutando de mi tiempo libre. –Bueno.. Ya sé, que me vas a decir que podría haber ido contigo..-Hizo una pequeña pausa con otro de esos suspiros que le salían del alma, yo, en cambio, en vez de suspirar solo podía cerrar los ojos y sonreír como una boba al enterarme de que mi amado novio se encontraba al otro lado del teléfono aclarándome lo mucho que se preocupaba por mí. -¡Pero!.. –Al escuchar ese repentino “pero” que siempre me soltaba cuando tenía alguna sorpresa que anunciarme, levanté la cabeza del respaldo del banco y escuché intrigada. –Si quieres, esta noche podemos cenar en el balcón, y quizá.. Sólo quizá, pueda acompañarte el sábado que viene. –Solté una pequeña risa y destapé el cuaderno en el cual no había nada dibujado.
-Amor, ya voy a casa…-Le dije normal mientras recogía las cosas del banco y las metía en la bandolera negra donde llevaba siempre todo. Despegué el teléfono de mi oreja y le di un beso al altavoz. –Te amo. –Añadí un poco antes de cerrar la tapa del teléfono de golpe y ponerme en pie.
Y así, solo así, y de ninguna otra forma, transcurrió un aburrido sábado de otoño en pleno octubre, bajo la mirada de los bancos de la avenida 93.
Tras, un largo verano de casi 3 meses, me encontraba sentada en el banco de siempre, bajo el haya de siempre, junto a mi libreta de dibujo, bajo mis pies, se hallaba un mejunje de colores amarillentos y marrones de hojas caídas del gran haya y fango de la lluvia del día anterior.El parque de el paseo de la avenida 93 estaba totalmente vacío, en parte, normal, ya que el sol ya empezaba a ocultarse tras los edificios y el ambiente refrescaba, tras mirar varias veces el reloj y ver que no eran más que las ocho y cuarto me relajé, miré el cuaderno de dibujo que tenía a mi lado y volví la mirada al frente mientras me frotaba los brazos para entrar en calor.
Aquella chaqueta azul de capucha con algunos bordados en la parte de la cremallera que me había regalado mi madre después de irme a vivir con Andi se me hizo enorme después de adelgazar tanto, y claro, el frío entraba por las mangas de la chaqueta. Subí la cremallera a la cual se le había caído el enganche, hasta que me tapó por completo la boca. No podía pararme quieta, movía los pies o las manos o lo que se me diera en tal de entrar un poco en calor.
Cerré los ojos sintiendo como la humedad del suelo recorría mis piernas por debajo de los pantalones vaqueros bombachos arrugados, no era de planchar, en mi casa toda la ropa se llevaba a la moda, arrugada, tampoco parecía que a mi novio le importara mucho el tema de la ropa, y como llevarla, así que no importaba lo desaliñada que pudiera ser fuera de casa mientras en casa fuera con la mítica camiseta y la ropa interior.
Abrí los ojos pasados un par de minutos y todo seguía igual, del sol, solo quedaba ya el pequeño manto que dejaba a su paso de un color azul oscuro más claro que el negro de la noche tras los edificios, el mundo parecía paralizarse solo un momento antes de que las luces de todo el paseo se encendieran a la vez como si se pusieran de acuerdo.
No me di cuenta de la realidad hasta que algo vibró en mi bolsillo trasero del pantalón, después de sonar un tema bastante llamativo, Andro, de Eluveitie para escuchar bien el teléfono que nunca llegaba a escuchar con el tono de llamada de cualquier móvil normal. Después de mirar el nombre en la tapa de mi Nokia, descolgué el teléfono con una pequeña sonrisa.
-Dime cariño..-Dije en tono sereno y tranquilo apoyando el teléfono en mi oído derecho y dejando caer la espalda sobre el respaldo del banco.
-Ana.. ¿Dónde estás? ¿A caso has mirado la hora? Estaba preocupado cariño.. –De verdad sus palabras parecían nerviosas como si le faltara el aire, soltó un suspiro de alivio al entender que como todos los sábados de otoño me encontraba en el parque de la avenida 93, delante del edificio Embire, dibujando el paisaje y disfrutando de mi tiempo libre. –Bueno.. Ya sé, que me vas a decir que podría haber ido contigo..-Hizo una pequeña pausa con otro de esos suspiros que le salían del alma, yo, en cambio, en vez de suspirar solo podía cerrar los ojos y sonreír como una boba al enterarme de que mi amado novio se encontraba al otro lado del teléfono aclarándome lo mucho que se preocupaba por mí. -¡Pero!.. –Al escuchar ese repentino “pero” que siempre me soltaba cuando tenía alguna sorpresa que anunciarme, levanté la cabeza del respaldo del banco y escuché intrigada. –Si quieres, esta noche podemos cenar en el balcón, y quizá.. Sólo quizá, pueda acompañarte el sábado que viene. –Solté una pequeña risa y destapé el cuaderno en el cual no había nada dibujado.
-Amor, ya voy a casa…-Le dije normal mientras recogía las cosas del banco y las metía en la bandolera negra donde llevaba siempre todo. Despegué el teléfono de mi oreja y le di un beso al altavoz. –Te amo. –Añadí un poco antes de cerrar la tapa del teléfono de golpe y ponerme en pie.
Y así, solo así, y de ninguna otra forma, transcurrió un aburrido sábado de otoño en pleno octubre, bajo la mirada de los bancos de la avenida 93.





*o*
ResponderEliminaresta muy bien tus historias, cuentos, anecdotas...
espero que tu mente nunca deje de expresarse como lo has hecho siempre ^^
*-* esta genial
ResponderEliminarescribes muy lindo
eemm.. eso..
esta genial como redactas tus historias ^^
Hosties tú.
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